Estudiar psicología ha sido una de las decisiones más bonitas que he tomado en mi vida, pero también fue difícil decidirme, pues siempre me había sentido muy conectada con la docencia. En la actualidad, me siento muy feliz de poder enseñar a las personas que acompaño en consulta cómo funciona nuestro mundo emocional y nuestro cerebro.

Durante el máster de psicología general sanitaria, pude cursar asignaturas que me llevaron a conocer y profundizar en la sexualidad humana y las relaciones afectivas, lo que me dirigió hacia otra decisión maravillosa: la de especializarme en las áreas de sexología y terapia de pareja. Hay tanto que podemos aprender de nuestra afectividad y sexualidad, que me parece extraordinario poder ayudar a las personas para que su camino personal se desarrolle de forma positiva, libre y respetuosa.